Podemos pensar que escuchar activamente a una persona es tan simple como prestar atención a lo que dice, pero no es así de fácil. 

Una buena comunicación se basa en la escucha activa, una habilidad que muchas personas no pueden realizar. 

Para mejorar la atención, primero debemos aprender qué es la escucha activa, cómo es su proceso y los errores más frecuentes.

Por este motivo, desde Comunica con Impacto te explicamos todo sobre este tema, ¡sigue leyendo!

¿Qué es la escucha activa?

La escucha activa es la habilidad de poner toda nuestra atención en el mensaje de quien nos habla. De esta manera, podemos responder de una forma más coherente y reflexiva. Y como consecuencia, nos permite generar conversaciones más fluidas e interesantes. 

Sin embargo, sabemos que muchas veces pensar en que vamos a cocinar para la cena o recordar ese trabajo pendiente, provoca que no podamos focalizarnos en quien tenemos enfrente. 

¡Tranquilos! Somos conscientes que no es sencillo. Vivimos en tiempos donde la concentración es un bien escaso. Pero te aseguramos que practicar la escucha activa llevará a tu comunicación a otro nivel y esto se verá reflejado en diferentes aspectos de tu vida. 

La escucha activa se puede aplicar en cualquier situación cotidiana y tiene tres componentes importantes que debemos tener en cuenta:

  1. Comprender: Sí, parece obvio. Pero si chequeamos el celular o miramos pájaros por la ventana en medio de una conversación, resultará complicado. Además, no solo debemos prestar atención a lo que nos dice verbalmente nuestro interlocutor (que es muy importante), sino también a sus gestos, la forma de mover las manos, como se para en el lugar, etc. Y particularmente en el caso de que le guste caminar mientras habla, debemos detectar los momentos en que frena, porque quizás los utiliza para enfatizar conclusiones (vaya uno a saber, todo depende de la persona, la situación y nuestro entendimiento). En definitiva, entender su lenguaje corporal es determinante para la escucha activa.
  2. Retener: Como mencionamos anteriormente, el lenguaje corporal nos puede dar señales de cuáles son las conclusiones. Por este motivo, es importante prestar atención a esas pequeñas pistas que nos brinda la persona con su cuerpo. De esta manera, ocupamos nuestra memoria solo con los puntos más significativos del mensaje y mejora nuestra retención.
  3. Responder: ¡Aquí es donde entra tu participación! Si pudiste aplicar  los dos puntos anteriores, eso quiere decir que comienzas a dominar la escucha activa. Por lo tanto, no hay nada de que preocuparse. Solo debes comentar sobre lo que comprendiste y retuviste de la charla. Y en caso de que te sientas confiado, hasta puedes cuestionar algunos puntos para que la otra persona profundice sobre ellos y puedas terminar de entenderlos. 

Como podemos observar, este tipo de escucha es muy diferente a la playlist que nos ponemos en el gimnasio o en el sofá de nuestra casa. Aquí la pasividad no existe. Tú y la persona con quien hablas se tienen que encontrar en una sinergia comunicacional. 

Consideramos que estos tres componentes son los pilares para la escucha activa. Pero si quieres profundizar más sobre esta habilidad y mejorar aún más tu comunicación, a continuación te brindamos una serie de consejos. 

Escucha Activa en la oratoria

¿Cómo mejorar la escucha activa?

La mejor manera de practicar la escucha activa es lograr que la persona con quien hablas sienta que estás interesado en la charla. Es decir, si puedes demostrar con tu cuerpo que te encuentras focalizado en lo que te dicen, te ayudarás a ti mismo a concentrarte más. 

Nuestro cerebro responde de acuerdo con nuestro lenguaje corporal. Por lo tanto, si tenemos un comportamiento corporal positivo, nuestra atención también se verá afectada de manera positiva. Y además, provocaremos que el otro se sienta cómodo y motivado. ¡Es un win win!

Ahora bien, ¿cómo logramos esto? 

En primer lugar, si bien es necesario buscar el contacto visual, tampoco hay que exagerar. Por este motivo, si por alguna razón tienes que ir al baño, no es necesario que camines hacia la salida con la mirada fija hacia la persona. Se verá raro. 

Por lo tanto, demostrar con nuestros ojos que estamos interesados en el otro, es una forma de ayudarnos a nosotros mismos a prestar más atención y de hacer sentir cómoda a la persona.

Por otro lado, tener una leve sonrisa y asentir con la cabeza (de vez en cuando) demuestra tu atención y que estás de acuerdo con lo que dice. Y aunque en ese momento te encuentres pensando que tienes que lavar ropa, tu mismo comportamiento corporal te ayudará a volver a centrarte en la charla. Además, si le sumas una leve inclinación hacia delante, estarás enviando señales a tu cerebro de que tiene que atender.

Por último, la empatía es algo que nos puede ayudar a cumplir los dos puntos anteriores. Es decir, si nos ponemos en el lugar de quien está hablando, y nos imaginamos que somos nosotros. Quizás podamos ser más empáticos y cuidemos nuestro lenguaje corporal de manera positiva (no solo para ayudar a la persona, sino también para aumentar nuestra concentración). 

Los 3 errores más comunes de la escucha activa

Ahora que ya sabemos los componentes y  cómo mejorar nuestra escucha activa. Pasamos a contarles cuáles son los errores más comunes que debemos evitar a la hora de realizar esta práctica. 

  • En primer lugar, así como nuestra cabeza puede estar en miles de lugares al momento de estar escuchando a alguien, también puede estar pensado de qué manera responder a esa persona. Esto es un error que hay que evitar. No debemos adelantarnos a formular respuestas. 

Entendemos que esto se debe a que nos preocupa no tener nada para decir, pero te aseguramos que es mejor prestar atención y así puedas evitar responder cosas incoherentes sobre un tema. ¿De qué sirve que te hablen de fútbol y respondas sobre cine? 

  • Relacionado con esto, muchas veces sucede que las personas interrumpen frecuentemente con quien hablan. Es decir, que no solo formulan una respuesta cuando la otra persona se encuentra hablando, sino que también la interrumpen para dar a conocer lo que piensan sobre un determinado tema. 

En este sentido, la ansiedad y la comunicación son conceptos que se relacionan desde hace mucho tiempo. Sin embargo, debemos intentar ser pacientes y bajar nuestros niveles de ansiedad y disminuir la necesidad de querer hablar en momentos que no corresponden. 

  • Por último, las banderas políticas, religiosas, ideológicas o cualquier característica que pueda llevar a tener ideas preconcebidas o etiquetas, no aportan nada a la escucha activa. Hacer juicios de valor sobre alguien solo hará que estemos pensando más en esas ideas y no en lo que estamos escuchando. 

Esto se puede observar mucho en las escuelas o universidades, donde siempre existe algún profesor o profesora que no nos cae bien. De todos modos, tenemos que prestar atención para poder aprobar. Por lo tanto, para mejorar nuestra escucha activa, los juicios de valor deben quedar fuera de nuestros pensamientos. 

Escucha y Práctica Activa

Aunque hayas aplicado una “lectura activa” y llegado hasta aquí, de nada sirve que no lo lleves a la práctica. Así que te proponemos que en los próximos días intentes identificar aquellos momentos donde más dificultad tienes para escuchar activamente y practiques todo lo aprendido. 

Conclusión

Podemos señalar que un pilar importante de la comunicación es poder entender a la otra persona. La escucha activa se trata de eso, tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro, que se sienta escuchado y comprendido. Brindarle nuestra total atención, responderle de manera adecuada, hacerle preguntas y demostrarle un lenguaje corporal abierto. De esta manera, no solo se desarrolla nuestra escucha activa y nuestra forma de comunicar. También, nos convierte en mejores personas.

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